Renuncié a mi trabajo y no me he convertido en un monstruo como Gregorio Samsa, estoy bien. De hecho, nunca me había sentido con tanta energía creativa y me parece que eso es bueno.
Creo que la mayor parte de eso que llamamos presión social puede resumirse en una pregunta cotidiana: “¿En qué trabajás?, ¿Para quién o en dónde trabajás?” El mundo no está preparado para escuchar la respuesta de “haciendo realidad un sueño, un proyecto personal”, “obteniendo inspiración para mi libro”, “estoy creando una serie fotógrafica de lo que la gente pisa con la suela de sus zapatos”, “hago dibujitos y los publico en mis redes sociales”, “me gusta ir a ver pelis y después reseñarlas en mi blog”, “hago croché”, ”tengo un taller de vitrales en casa”, “toco el Ukelele”, “entrevisto
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